Educación devuelta
Airan Casas
Hace poco leía en un periódico que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, había enviado una carta, llena de faltas de ortografía –Como ponía en el titular- a los docentes madrileños. En esa misiva se le recuerda a los profesores que ahora tendrán que trabajar dos horas más a la semana; medida que evitaría otros recortes económicos a la educación pública.
Dejando de lado la anécdota de las faltas de ortografía, que en el fondo me parece una exageración puesto que ni eran tantas ni tan graves… Y que posiblemente se solucionará haciendo rodar la cabeza del becario de turno que se la escribió a Aguirre (Aunque con poca humildad ahora dicen desde las altas esferas que esa carta fue manipulada por los profesores y que en realidad no tenía faltas) lo que realmente me preocupa de todo este asunto es esa advertencia quasi-amenazante a los recortes en la educación, que encima se pretenden justificar y paliar aumentando una carga lectiva al ya castigado profesorado.
Me preocupa porque, ya antes de la mentadísima (y cansina) crisis, la educación era francamente mala. A pesar de que muchos políticos posaban junto a la tanda de ordenadores portátiles que habían introducido en los centros escolares o clamaban una educación bilingüe (Que acabó en un caos improductivo en la mayoría de los casos) la educación pública de este país siempre ha estado a la cola de Europa. Para colmo, si no teníamos suficiente con ese maravilloso galardón, ahora se esperan estos temidos recortes que pronostica Aguirre, y que se aplicarán posiblemente en todas las comunidades autónomas. ¿Y quién va a ser el que pague todo esto? Me pregunto sabiendo la respuesta… Tal vez sea conveniente que ponga algunas ilustraciones de situaciones muy comunes en este mundillo educativo para que veamos que siempre pagamos los mismos.
Hablando de pagar: septiembre llegó pero agosto deja la estela para las editoriales de libros escolares. ¿Por qué? Porque parece ser que aún los políticos no entienden que los libros de texto tienen que ser gratuitos. No es normal que, según relataban en los informativos de Antena 3 algunos libreros, sólo en libros de texto, se gaste una media 150 euros por alumno, si éste está en primaria, y cerca de 300 euros si está en secundaria. Y ojo… esto sin contar con los materiales, que aumentan significativamente la cuantía. Trescientos euros de golpe y porrazo, y eso, evidentemente, si las familias son afortunadas de tener solo a un hijo, que si no, podemos ponernos a multiplicar.
Cierto es que por iniciativa de muchos ayuntamientos y centros escolares, se ayuda a sufragar este gasto a las familias más necesitadas, pero no podemos dejar esto en manos de la suerte y la solidaridad que pueda haber en una comunidad concreta… Los libros de texto se tienen que prestar en los centros. En el Reino Unido lo hacen, y que yo sepa, las editoriales inglesas no se han arruinado. Los libros pasan por varias generaciones hasta que acaba su vida útil, y los padres pueden respirar más tranquilos cuando llega septiembre. ¿Por qué si tanto miramos hacia Europa para otras cosas no lo hacemos para estas iniciativas que deberían ser universales? Todo cambiaría si la prioridad de los que nos gobiernan fueran los estudiantes y no el beneficio de las empresas editoriales. Otra solución es rebajarles el abusivo precio que les imponen ¿O no es la educación un servicio de primera necesidad?
Otro aspecto preocupante y que sigue sin tener remedio es el de los recortes de personal. En la Comunidad Canaria ya se suprimieron las oposiciones de primaria durante el curso pasado, dejando a muchos jóvenes sin poder aspirar al trabajo para el que estudiaron. Para colmo, los que consiguen la ansiada plaza se ven con aulas repletas de alumnos, sin profesores de apoyo y refuerzo en el aula como los que hay en otros países, sin auxiliares de idiomas… Y encima, teniendo que atender a la diversidad educativa de los alumnos, que en esas condiciones es un trabajo casi imposible. ¿Y aún así se les carga con más horas y se les pone encima el peso de la responsabilidad de mejorar la educación en época de crisis? ¿Es este el entorno educativo al que aspiramos? Siempre lo he pensado y ahora me reafirmo: Cuidar al profesorado es la acción primera si queremos una buena educación. Sin el pilar que ellos suponen, todo se derrumba… Se tomen las medidas que se tomen desde el ámbito político.
Si esto no fuera poco, los recortes económicos implican recortes en la diversidad educativa: Se contrata a menos profesores y por lo tanto se ofertan menos asignaturas optativas, se recortan las actividades extraescolares… ¿No se dan cuenta de que en tiempos de crisis es cuando más hay que invertir en educación?
Y después pasan cosas que nadie se explica, como lo que se publica recientemente en diferentes medios de comunicación (Y avalan los propios presupuestos de la Comunidad de Madrid que pueden ser consultados por cualquiera) sobre un mayor gasto realizado en la asignatura de Religión que en la educación bilingüe de los centros públicos. Un ejemplo, nuevamente, de una curiosa gestión de la educación en esta región que recientemente ha sido duramente criticada por la comunidad docente, que además ha convocado una huelga para el próximo 14 de septiembre. La presidenta de la comunidad ha calificado la huelga de “absurda” y echa balones fuera culpando al Gobierno Central. ¿Es que nadie va a admitir con humildad los errores y tratar de trabajar para solucionar las deficiencias que siempre han condenado a nuestra educación?
España ha pasado por muchísimas reformas educativas… Muchos intentos de ir buscando el mejor camino para crear ciudadanos competentes y con la base cultural que, aunque parece que no esté de moda reconocerlo, nos hace mejores personas. El curso 2011-2012 ha empezado precozmente con conflictos, y los ejemplos de Madrid sirven para cualquier otra comunidad autónoma, porque ninguna ha demostrado la capacidad de acción necesaria. Ahora, con la crisis y los recortes, solo nos queda esperar y ver si la educación de este país está de vuelta o si, por el contrario, está devuelta.
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