miércoles, 14 de septiembre de 2011

Que pase el siguiente









Que pase el siguiente
AIRAN CASAS



El otro día descubrí en la tele un estúpido reality llamado Next. Para los que, como yo, vivan algo aislados de la televisión y no sepan de qué va, solo decirles que es un formato creado por la MTV (Sí, esa cadena que solía poner videos musicales y en la que ahora sólo hay madres adolescentes y descerebrados tuneando coches) El programa consiste en que una chica o chico busca el amor en 5 candidatos/as –hay opción a todas las orientaciones sexuales- que le propone el programa. El elector o electora lleva las riendas de las minicitas que tiene con cada uno de los candidatos propuestos. En esos breves encuentros los intenta conocer apurando el tiempo al máximo (Que equivale a euros para los concursantes) e incluso los someten a pruebas ridículas y embarazosas. Una vez tiene los datos suficientes del candidato en cuestión, el elector/a decide si quiere tener algo más con él o le dice NEXT, que significa en español “bonito, te vas por donde viniste que yo sigo en el programa conociendo gente” y pasa a conocer al siguiente candidato. Al final se puede quedar con alguno, o pasar olímpicamente de todos en un modo “porque yo lo valgo” fantástico y acabar comiéndose los mocos, tras haber  ganado cinco minutos de gloria televisiva y un video que subir a Facebook para fardar (En mi caso sería más bien vergonzoso) con sus amigos.

            En definitiva, lo que vi de ese programa me ha confirmado algo que ya sabía: Que el amor es injusto y superficial, y que queremos encontrarlo aquí, ahora y ya mismo. Los electores (Como ahora he decidido llamarlos) descartaban a algunos candidatos nada más verlos, o con la excusa de que no pudieron superar las ridiculeces que les mandaban a hacer (Como pelar papas para hacer una tortilla o cantarle un rap) a los que rechazaban sin darles una oportunidad.

            ¿Realmente se puede encontrar el amor en menos de 5 minutos? Ciertamente, el ejemplo de ese programa no es el mejor para filosofar un poco sobre este tema, porque ya sabemos… realities… ficción… tele… Tan artificial como una vaca de látex. Sin embargo, lo que ocurría en ese espacio televisivo no se aleja mucho de lo que ocurre en la realidad con los speed dating o las páginas de contactos. Hoy en día,  según dicen algunos observadores de la vida profesionales, el ser humano está más solo que nunca… y eso a pesar de tener ante sí una tecnología que ha permitido que la comunicación sea perfecta. ¿Cómo es posible que teniendo tantos avances, y que tengamos tantos medios para conocer personas de otros lugares, estemos tan solos?

            Creo que nos pasa como a los participantes de ese programa de televisión: buscamos irrealidades; buscamos la perfección y a seres únicos, y los queremos tener el tiempo justo y cuando nos haga falta. No nos engañemos… La nueva era ha traído libertad de hacer lo que nos de la gana en todos los aspectos de nuestra vida, y esa independencia se ha reflejado en la manera en la que llevamos nuestras relaciones sociales. Cuando mis familiares me cuentan cómo se conocieron y esas típicas historias de amor de antes, no puedo evitar pensar que había algo más que esas primeras y superficiales impresiones… Antes había más “cortejo” Si una persona se enamoraba, luchaba por conseguir a su amor… al menos con la perspectiva del tiempo yo lo veo así… Más romántico y más dramático. Si, no puedo evitar sacar a flote la tópica cantinela esa de “tiempos pasados siempre fueron mejores” que no siempre es cierta… Obviamente las cosas eran así porque antes había muy pocas opciones, pero siempre admiraré las creativas maneras de enamorarse que me cuentan. Ahora, sin embargo, el patrón suele ser más regular. La gente acude a una discoteca y te “embocas” con el primero que ves sin intercambiar cuatro palabras, te acuestas, y por la mañana te das cuenta de que entre sus sábanas hay un ser vivo con el que tienes poco que ver.  Supongo que es lo divertido y lo moderno, pero lo otro tenía también su encanto ¿No? Y vale, tampoco pienso que tengan que ir a la montaña más alta de Suiza a buscarte una flor de Edelweiss (Historia que fue cierta y corroborada por alguien que conozco) pero la frialdad de hoy es, simplemente, inhumana.

Por otro lado están los asiduos a las citas a ciegas, esos que siempre tienen años de menos y centímetros de más, y que, si en el momento de enfrentarte a la presa fácil descubren que no era lo que se habían imaginado, salen huyendo con el rabo entre las piernas y maldiciendo al chat donde se conocieron… para volver a caer en la misma trampa una semana después. En estos casos si hay más acercamiento y conocimiento de la persona… y proporcionalmente más idealización y más fácil acceso a creer sus mentiras piadosas.

Lo cierto es que la vida se ha convertido en un eterno speed dating… esa manera de conocer gente importada de tierras americanas en la que tienes tres minutos para conocer a una persona, y en cuanto pasa el tiempo, cambias de sitio y conoces a otra durante otros tres minutos, y al final de la sesión, cuando ya has pasado por todas las mesas, si has encontrado a alguien que te interese… ¡Buena suerte! Estamos haciendo esto durante gran parte de nuestra vida una y otra vez. Le estamos constantemente diciendo “next” a la gente que conocemos para conocer a más gente, para buscar a aquella persona que encajaba en tus ideales y que posiblemente tienes pocas posibilidades de encontrar. Y mientras, no nos pararnos a observar con profundidad a la persona que tenemos delante, perdiendo así esas oportunidades que son tan difíciles de encontrar. ¿Quién no se ha sentido raro alguna vez por haber rechazado a alguien y darte cuenta después de que si no hubieses sido tan exigente a lo mejor podría haber pasado algo? Y más importante aún… ¿Quién no ha sido rechazado alguna vez sin dejarte la justa oportunidad de que te conozcan? Grrrrr… ¡Eso jode mucho!

Pero la vida sigue, y el amor está siempre ahí, aunque cambie de forma… y también cambia con nosotros, y aprendemos con el tiempo a valorar cosas que habíamos pasado por alto… A saber ver más allá y a dejar de creer que lo que Disney nos enseñó era real. Es bonito pero no es real. Y llega un momento en el que te cansas de gritar “Que pase el siguiente”… Y mientras te miras en el espejo y ves que ya te ha salido la primera cana o la primera arruga y que no tienes quien te diga que eso da igual porque eres encantador, piensas que esas tonterías de “next” están mejor  donde están… en la televisión.




 Imagen tomada de http://www.dentrotele.com

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