viernes, 2 de septiembre de 2011

La nueva Piel de Almodóvar





La nueva piel de Almodóvar
Airan Casas

Admitiré que antes de haber visto La piel que habito, la nueva película de Pedro Almodóvar, había perdido, por decirlo de alguna manera, la fe que tenía en el Dios del cine español. Desde Todo Sobre Mi Madre, su oscarizada cinta de 1999, sus producciones habían estado tambaleándose en esa cuerda floja que diferencia a las obras maestras del cine de las películas pretenciosas en apariencia y flojas en contenido. De hecho, creo que solo Volver  llegaría a superar esa acrobacia que ha planteado su última etapa cinematográfica.
        
Pero La Piel que habito es otro cantar, y como el canto de las sirenas, nos va atrayendo al cine para ver qué nuevas ideas ha tenido esta vez el querido director manchego. Con Todo sobre mi madre en la mente como modelo insuperable me adentro en una extraña primera media hora de metraje que me hace pensar que estoy ante otra vanidosa cinta almodovariana, con momento surrealista carnavalero incluído, y acabo pensando que he perdido mi tiempo y mi dinero.  Me encuentro con una escena en la que Elena Anaya está encerrada en una casa de campo, al cuidado de Marisa Paredes (Qué ilusión volver a una de las grandes mujeres Almodóvar de nuevo) La reclusa viste un extraño body de tela y tiene un comportamiento inusual. La casa pertenece a un cirujano, interpretado por un correcto Antonio Banderas (Pero lo admito, nunca le he visto nada especial a este actor, por lo que no puedo dejar de calificarlo con un rácano “correcto”) que investiga los transplantes de piel y cara, y ha creado una piel perfecta (Mediante investigaciones transgénicas con humanos -Completamente prohibidas- que ha realizado en su clínica-casa de campo)

Si sumamos dos más dos nos podemos imaginar ya desde este primer momento de qué va la película pero… De repente y como un huracán, empiezan a llegar datos, unos flashbacks bien utilizados, y comienzan a florecer los sentimientos de los personajes (especialmente los sentimientos más bajos) Y mientras yo empiezo a replantearme mi malestar por haber ido al cine a ver la película, me acomodo en la butaca y disfruto de una historia con una trama original y fresca, fantásticamente estructurada… Y si la primera media hora fue larga y tosca, ahora todo tiene sentido… Y esas interpretaciones correctas me van pareciendo estupendas, y ese tono de vanidad se convierte en una serie de genialidades, que una tras otra van hilando un argumento de tensión, de pasiones personales y obsesiones, de deseos de venganza y del poder de querer sobrevivir.

         La Piel que habito, a pesar de ser parte de una etapa distinta del cineasta que se torna más oscura y menos estrambótica y desenfadada, luce con orgullo ciertos toques del Almodovarismo clásico, que aderezan en su justo tono una trama de tensión y misterio muy bien hilada. No hay más que fijarse un rato en el espacio que vibra detrás de los actores, con sus coloridos decorados y esa pasión freudiana por los detalles, las formas y las texturas de lo que vemos (importantísimas) La música, nuevamente a cargo del habitual colaborador de El Deseo Alberto Iglesias, es, como es habitual, un elemento clave de la cinta, cuidada en detalles y en riqueza sonora como pocas películas del cine patrio. El Almodóvar clásico deslumbra también en algunos elementos de la historia, porque, aunque últimamente se haya puesto algo serio, ¿Qué sería de una película de Almodóvar sin un toque surrealista por aquí y un poco de erotismo por allá? Son clásicos que deben estar y que constituyen una firma de estilo, y por muchas nuevas pieles que recubran sus creaciones, el mismo corazón late en el interior del genio.

Y sí, hay exageración, y hay mucha ficción en una historia que pretende emocionar por ser realista. Pero estamos hablando de Almodóvar, el mismo que mitificó una escena de lluvia dorada en Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón. El mismo que metió a Fele Martínez en una vagina gigante, o creó un convento que donde las todo-menos-beatas monjitas albergaban a un tigre… La transgresión sigue viva, aunque en esta ocasión sea dejando de lado a las prostitutas y a los curas pedófilos y adentrándose en algo diferente. Gracias señor Almodóvar… De nuevo me ha hecho salir del cine con satisfacción.



TRAILER:





Imágenes de www.lapielquehabito.com

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