jueves, 11 de julio de 2013

Seremos siempre estrellas





Seremos siempre estrellas
Airan Casas







Barcelona, 6 de junio de 2013.




Nunca tuvimos una canción. Nunca tuvimos nada en común aparte de lo que intentamos considerar una relación. Y ahora que me voy para siempre me siento libre para decírtelo, aunque sea en una carta: Nunca te amé. 

Sé que no te resultará extraño y ni siquiera te sorprenderá ni te dolerá. Llevamos siete meses sin vernos prácticamente. Siempre tiene algo que hacer la señorita: Que si un congreso, que si de fiesta con sus amigas, que si hoy no le apetece que nos veamos… Y mientras tanto yo pasando por las peores semanas de mi vida… Ah no, siempre tuve algo tuyo conmigo. Esa insoportable, malcriada y apestosa Nancy, que como tú, solo me quiere por interés. 

Como sabes, y aunque no quisieras admitirlo, nuestra relación estaba más que muerta… Y fíjate ahora… Has ganado la batalla. Por eso quiero dejarte todo mi rencor en esta carta, para que cuando la leas y ya no esté aquí te sientas como lo que eres: Una auténtica mierda. Sí… Con todas sus letras. ¿Te sorprende que te llame así no? ¿Te sorprende que de repente el chico tímido que conocías y que no te negaba nada te diga eso?

No me extraña que te sorprenda. Siempre fuiste experta en manejar mis cuerdas y llevarme siempre a donde te interesaba. Y yo como un idiota esperaba poder verte, mientras tú te zumbabas a medio Barcelona. Con tus amigas de fiesta, claro… Esas amigas que no existían… Esas que te inventabas para poder ponerme los cuernos. Y pensabas que era tan tonto que no me enteraría, ¿Verdad? Pues lo sé desde hace más de un año.

Ahora me arrepiento de tantas cosas… De no haber luchado por conquistar a Marian… El amor de mi vida. Te jode ¿verdad? Pues sí. Eso espero, que te duela en lo más profundo. Porque mientras tú abrías la puerta de mi piso a todos esos tíos asquerosos yo te respetaba; aún sin amarte. Porque teníamos un maldito compromiso: Fidelidad. ¿Sabes lo que significa esa palabra?

Después de todo este tiempo he comprendido que para ti solo era una fuente de ingresos. Bueno, a veces pienso que en el fondo sí que me querías un poco… Básicamente tenías ese síndrome de los infieles, que sois incapaces de dejar a sus parejas porque os parece muy cómodo que haya siempre alguien ahí que os ame pase lo que pase; que os abracen al llegar y os digan lo maravillosos que sois… mientras buscáis la pasión en los brazos de otros. Egoísta e inhumana… Eso es lo que eres y siempre has sido.

Y sin embargo no te echo la culpa a ti de todo, ¿Sabes? Soy yo el idiota que quise olvidar a la mujer que amaba contigo. El que se sentía tan mal por ello que te empezó a coger cariño y a intentar algo. La culpa es mía por no haber sido fiel a lo que sentía y por dejarme seducir por tus curvas… Sí Joce. Las tienes y eso no te lo va a quitar nadie… Pero una serpiente también tiene curvas y no por ello deja de ser letalmente venenosa.

No te preocupes por Nancy. Se la he dejado a Bolo para que la cuide mientras vienes de ese eterno viaje familiar que estás haciendo. No te quiero llamar porque me irrita tu voz. No puedo aguantar ni una vez más que me llames “papi” como si no pasara nada e intentes conservar el pequeño imperio que has creado a mi costa. Tranquila, Bolo cuidará a tu impertinente perra. Aunque lo hayas odiado siempre (Y el te odie a ti) nunca le haría daño. Ni siquiera a ella.

No me queda mucho más que decirte Joce. Supongo que tu vuelta a la realidad no va a ser fácil. Especialmente cuando vuelvas y veas que no tienes piso y que tus cosas estarán… ¡No sé donde! ¡Pero tampoco me preocupa! Espero que puedas reiniciar tu vida. Lo mismo alguno de tus fornidos amantes te acoge en su casa… Pero no te confíes mucho porque no todo el mundo es tan ingenuo como yo.

A pesar de todo te deseo que no seas infeliz y que busques la verdad. No vale la pena vivir una vida creada a base de mentiras.



Adrián








Barcelona, 8 de junio de 2013.




¡Boliiiiitoooooo!


Mi bolo, mi niño… Mi colega… Mi novio platónico e ideal si hubiese tenido la suerte de sentir como tú. No llores. Sé que con lo drama queen que eres ahora vas a tener que tomarte una pausa para secarte las lágrimas y continuarás leyendo esto en un ratito, cuando te baje la histeria. Jejeje Te conozco como si te hubiese parido. Bueno… ¡Qué parido ni parido!… ¡Eres como un hermano! (Además, soy demasiado joven para ser tu padre, como tú siempre me dices a mí). Eres el amigo que siempre estuvo ahí, en lo bueno, en lo malo y en lo peor. Espero que ya cuando llegues a este punto hayas soltado el pañuelo y hayas sacado una de tus carcajadas escandalosas que tanto me han dado vida.

No sabes cómo me duele tener que decirte adiós. Sé que donde quiera que vaya, sea un paraíso o un infierno, no voy a encontrar a nadie como tú. Juntos nos hemos apoyado el uno al otro desde… ¡Desde que tengo conocimiento y noción del tiempo! Desde aquellos momentos surrealistas después del colegio en los que nos inventábamos historias mientras volvíamos a nuestras casas y comíamos gominolas, hasta ese último momento en el que te vea y te diga cuanto te quiero sin que tú sepas lo que me ocurre.

Sé que no te creerás lo que me ha pasado… yYo tampoco me lo creía. Me ha costado mucho asimilarlo. Perdóname no haberte contado nada. Espero que entiendas ahora mi actitud de los últimos tiempos… Mis momentos de paranoia, de querer estar solo, y luego de no querer separarme de ti… Espero que me perdones por mi mal humor, por las veces que he estado irritable, las excusas que te he dado para no vernos y las llamadas en mitad de la noche para que vinieras a verme. Ya te lo olías pero tuviste la delicadeza de ser sutil, porque me conoces bien, y sabes que me suelo guardar esas cosas que tanto duelen, y que soy muy celoso de involucrar a los demás en mis problemas. Ahí te has portado como un auténtico gaycaballero.

Nunca podré agradecerte todo lo que significas y has significado para mí. El papel de madre y hermano y amigo que has hecho… las veces que me has hecho reír a carcajadas con tus mariconerías hilarantes y lo bien que siempre has sabido aconsejarme y ser mi confidente. Gracias también por cuidar a Félix y por traérmelo de vez en cuando para verlo. Esa Nancy maldita nos separó, pero sabes que siempre fui fiel a los gatos más que a los perros.

Por cierto… Te pido un último favor… Cuida a Nancy y las cosas de Jocelyn hasta que las pase a buscar. Si por mi fuera se las tiraba todas al contenedor, pero sabes que nunca podría. Hace unos días le escribí una carta, pero me arrepiento de haber sido muy duro y quizás no se la envíe. A veces es mejor así. Perdóname por no haberte hecho caso… Siempre tuviste la razón con ella. Tu mirada crítica no se equivocaba. Lamento haberme dado cuenta demasiado tarde. Aleja a Félix de esa perra, ¡Por favor! No dejes que se peleen. Sé que te has encariñado con él así que… qué mejor regalo para ti que mi querido Fé. J Sé que lo vas a seguir cuidando como merece.

Bueno, otro favor… y mucho más importante… Dile a Marian que la quiero. Solo eso… Ya sabes el resto. ¡Ojala hubiese sido más valiente Bolo!

Mi madre te preguntará por mí. Eres el único amigo que ella ha conocido. Voy a escribirle algo… No tengo ganas de hacerlo pero no quiero irme sin decirle algo.

Y el último favor… Bolo… Cuídate mucho. No hagas locuras de las tuyas. Ya verás que dentro de poco vas a encontrar el amor como te mereces. Espero que sea un hombre que te quiera y que te sepa valorar. Siempre te he aconsejado que busques a alguien honesto, sincero, que no tenga miedo a demostrarte su amor… A alguiien como yo, vamos jejeje. Sé que en tu mundo parece imposible, pero estoy seguro de que lo encontrarás, porque tú lo mereces más que nadie.

Odio las despedidas… Lo sabes. Por eso solo te diré una cosa: No me voy a ir a ninguna parte. Cada vez que te acuerdes de mí… Estaré contigo. Te prometo que si la vida después de la muerte existe, estaré vigilándote. Bueno… No en tus momentos íntimos, claro… ¡¡¡¡ARGHHHHH!!! Jejeje.

Un beso y un abrazo enormes.

Tu mejor amigo siempre:

Adrián



  





Barcelona, 8 de junio de 2013.




Querida madre:


Para mí es muy duro sentarme a escribirte ahora. Se me pasan por la cabeza mil cosas que reprocharte, mil insultos que gritarte, mil abrazos que nunca me diste que reclamarte… Pero no puedo hacerlo.

Me he ido. Y esta vez para siempre, no como cuando me marché huyendo de casa. Ahora ya no sirve de nada todo el rencor ni la incomodidad que hubo en los últimos años.

Siempre intenté entenderte… Respetarte… Por eso pensé que lo mejor era que no supieras nada más de mí. Yo no podía vivir en aquel infierno al que tú llamabas hogar. Sé que tu único objetivo era hacerme feliz… Lo sé, y siempre he apreciado tus intenciones. Sé que fue duro verte sola con dos hijos y un marido así… pero nunca entendí que tu respuesta a todo eso fuera la que fue. Nunca comprendí que todo eso lo valoraras más que a ti misma y a tus hijos.

Sí, dije que no te iba a reprochar nada y no lo voy a hacer. No quería irme sin decirte que a pesar de todo… De la distancia, del tiempo sin vernos y sin hablarnos, y de lo que pienso de tus decisiones… Te quiero.

Algún sabio dijo alguna vez que en la vida elegimos casi todo… Excepto la familia en la que venimos al mundo. Yo seguramente hubiese elegido otra donde hubiese tenido menos dolor y sufrimiento alrededor, pero he aceptado lo que me tocó en este sorteo, y ante todas las cosas te quiero decir que estoy orgulloso de que seas mi madre.

Solo espero que todo haya cambiado… Que por fin nos hayas hecho caso a todo lo que te dijimos los que te queríamos, y que puedas desprenderte de esa adicción que tienes hacia esa persona que decidiste poner en tu vida. Quiérete más. Créeme cuando te digo que la vida te pueda dar un giro radical, y de repente te puedes ver sola, sin haber vivido lo que realmente querías vivir ni haber hecho ninguno de tus sueños realidad.

Lamento haberme ido así, sin avisar… Sin despedirme… Como cuando me fui de casa. Tal vez no sea la mejor decisión pero es mi decisión. Solo espero que no te cause más daño del que ya has pasado.

Quiero que sepas que te perdono. Que te acepto como madre y que deseo que tú puedas ser feliz como lo he sido yo durante este tiempo. Espero que tú también me pueds perdonar a mí.


Dale un beso enorme a Silvia. Espero que ella me perdone también.

Tu hijo,

Adrián 





  
           


Barcelona, 11 de junio de 2013.



Querida Marian:


Supongo que a estas alturas ya te habrás enterado de que me he ido. 

                                                                                                                                
            Me hubiese gustado despedirme de ti… Pero el hecho de hacerlo era muy difícil para mí. Lo intenté varias veces. Te esperé por fuera de tu oficina… Pero no tuve el coraje de entrar a buscarte y a decirte adiós.

            Me voy siendo un cobarde. Sabes lo tímido que siempre he sido. Desde aquella vez en la que nuestras vidas se cruzaron en aquel vagón del tranvía. Rumbo a la misma entrevista de trabajo. Ahí estabas tú con esa cara y ese halo de candor que desprendías siempre… No sé qué tenías y qué hiciste conmigo pero jamás me había atrevido a acercarme a una chica de aquella manera y a hablar con ella sin más… Pero contigo era diferente. Siempre lo fue.

            Ahora que no estoy es cuando tengo el auténtico valor de confesarte algo: Te he estado mintiendo todo este tiempo. Sí Marian… He sido un gran imbécil mentiroso contigo. Cuando te conocí te dije que me caías muy bien. Era mentira. Cuando empezaste a coger confianza conmigo te dije que podías contar conmigo porque era tu amigo. Te engañé. Cuando me contabas tus inquietudes y tus desamores te animaba a seguir buscando a alguien para ti. No sentía nada de lo que te decía.

            No. No me caías muy bien… Me habías enamorado. No quería ser tu amigo. Quería ser tu marido… Y no qquería que buscaras a nadie más… Quería que me encontraras a mí. Sí Marian… Quiero que sepas que te amo… Que eres la persona a la que más tiempo le he dedicado mis pensamientos y mis sueños… A ti y nadie más.

            ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? Supongo que nunca tuve el valor de hacerlo de ninguna forma. Cuando te conocí y empecé a tontear contigo sentí que tú a mí no me querías de la misma manera. Tú me dijiste en nuestras conversaciones que te gustaban los hombres mayores que yo… diferentes a lo que yo era… Nunca tuve la certeza de haber hallado en ti una mirada especial. Tan solo la mirada de una amiga. Por eso jamás me atreví a decirte nada… Yo y mi timidez… Yo y mis inseguridades…

            No ha sido fácil para mí hacer de amigo. No ha sido fácil escucharte hablar sobre las citas que tenías con otros hombres… Ver que a pesar de que buscabas a tu prototipo… tu prototipo no te encontraba a ti… Y ahí estaba yo, ofreciéndote mi hombro y gritando por dentro “Yo estoy aquí”, “Yo te daría todo lo que te hace falta”, “Yo soy el hombre de tu vida Marian… ¡Despierta!” Pero no… Uno tras otro… Año tras año… El sentimiento que tenía por ti, en lugar de mermar iba creciendo. Cada fracaso amoroso que tenías y que me contabas era duro para ti… Pero para mí también. Dentro de mi alma envidiaba a esos hombres afortunados y estúpidos a los que les dedicabas tu tiempo. Afortunados porque una mujer como tú se fijara en ellos, y estúpidos por no saber valorar lo que tenían delante de sus ojos.

            Un día decidí que no podía soportarlo más. Te había intentado olvidar de mil maneras… Había buscado a otras mujeres, te mentía cuando te decía que yo no necesitaba a nadie… Sí Marian… Te necesitaba a ti. Cuando Jocelyn llegó a mi vida intenté que aquello me hiciera olvidar todo lo que sentía por ti. Pero aún habiendo intentado rehacer mi vida sentimental con otra mujer… Tú eras la única persona por la que latía mi corazón.

            Jamás te hubiera podido decir esto en persona. Lo sabes, ¿Verdad? Sobre todo después de que por fin encontraste a alguien que sí supo valorarte y darte el amor que tanto habías buscado. Pero ahora que me voy… Ya puedo ser sincero contigo. Te lo debía, por todo lo que tú has hecho por mí.

            Me voy sin haber tenido nunca un beso tuyo… es un dolor que tendré que soportar… Pero al menos me voy sabiendo que, aunque soy un cobarde, te he podido decir lo mucho que me has enamorado con tu forma de ser y con tu sonrisa. Tal vez nunca fui tu prototipo de hombre, pero siempre supe ver en ti algo especial y maravilloso que no he visto en nadie más. Eres especial. Nunca lo olvides.


Alguien que jamás te olvidará.

Adrián.










Barcelona, 1 de junio de 2013.


                                      

Querido Adrián:


Qué difícil me va a resultar esto de escribirme a mí mismo. Lo anticipo ya. Nunca he confiado en las terapias ni en los psicólogos pero voy a intentarlo para ver si me puedo quitar esta carga de encima.

            Solo siento rabia, dolor, tristeza, angustia… Llevo seis días sin dejar de llorar… En blanco… Como si estuviera muerto. ¿Estoy muerto? ¿Qué es la vida al fin y al cabo? ¿Qué es la muerte? Esa pregunta que todos nos hacemos hoy me la planteo con más seriedad que nunca.

            Hace una semana me detectaron –Esa enfermedad- Su nombre es impronunciable para mí. Me da una repulsión inmensurable. Para colmo (Yo y mi aprensión por los médicos) me la han detectado demasiado tarde. Como en una película de esas de llorar… “No te damos más de dos semanas de vida” ¿Es real? ¿Estoy vivo o muerto? Aquellas frías palabras, en aquella fría consulta de hospital… ¿Por qué los médicos no son un poco más como los amigos, que te suavizan las malas noticias o te dan una buena antes para compensar? Directo y claro. Sin mirarme a los ojos “Eres un puto fiambre”. ¿Quieres ver a un psicólogo para que te ayude?

            Y aquí me veo yo… en medio de la nada. Sentado ante un lápiz y un papel para hacer el ejercicio de soltar todo el veneno que llevo dentro. Pero no funciona… Lo sé que no… ¿Qué hago perdiendo el tiempo aquí mientras mi cuenta atrás interna se va consumiendo? ¿No debería estar en Las Bahamas disfrutando de los últimos días de playa o comiendo perritos calientes como un poseso? ¿No debería estar disfrutando de los placeres de la vida que me quedan en vez de estar aquí martirizándome?

            Podría coger a la maldita perra de mi novia y lanzarla por la ventana. Me llenaría de satisfacción hacerlo. Ahí está ella tan tranquila mordiendo el maldito sofá de diseño italiano que Jocelyn compró. Ojala se atragante con él. Y mientras yo… aquí… Muriéndome.












Barcelona, 2 de junio de 2013.



Querido Adrián:



            Segundo intento. Ayer no pude. Lloré y lloré… No sabía que mi cara podía albergar tantas lágrimas… Y no es que no haya llorado en mi vida precisamente. Ya me puso ese hipotético Dios en el camino bastantes pruebas: Una familia infernal, un desamor crónico ¡Y a Nancy! No puedo con esa perra. Al final voy a acabar tirándola de verdad por el balcón. Sin remordimientos. Sus ladridos me taladran el poco cerebro que me queda. La verdad… Prefiero morirme ahora que tener que soportarla más.

            La psicóloga me dijo que hiciera una lista con las cosas positivas de mi vida, y otra con las cosas que me gustaría hacer antes de que llegue el día. Cuando me dicen eso siento que, llegado un día y una hora concretos, me desconectaré como si fuera una batidora a la que desenchufan. Pero sabemos que no es así… Sabemos que habrá dolor y agonía. Encima no me dejan que me practiquen la eutanasia. Tantos avances en el mundo y aún la maldita Iglesia nos dirige a todos como borregos. No es justo.

            No quiero decirle nada  a nadie y eso se me está haciendo duro. Sobre todo por Bolo. Y por Marian… Me siento fatal por comportarme así con ellos. Espero que me perdonen. Tal vez me ponga a ello y les escriba algo para disculparme. No quiero irme y dejarles con el mal sabor de boca. Ya veré si tengo fuerzas para hacerlo… Hoy no quiero salir. No quiero hacer nada. Solo dormir.


Adrián… Coge fuerzas.











Barcelona, 3 de junio de 2013.




                                                       
Querido Adrián:

He pensado y pensado todo el día y toda la noche. Aquí están las cosas por hacer:

-Decirle a mi madre que la quiero a pesar de todo
-Decirle a Silvia que la quiero
-Decirle a Bolo y Pituqui que los adoro
-Ir a ver a Marian y decirle lo que siento.
-Llamar a Jocelyn
-Matar a Nancy
-Acariciar a Félix
-Ir a comer al restaurante griego que siempre quise ir                  
-Pensar cosas positivas
-Mirar el álbum de fotos
-No morir.











Barcelona, 5 de junio de 2013.





Querido Adrián:



Estoy harto de pensar qué escribirte. Llevo dándole vueltas a cómo escribir la parte positiva de mi vida… ¿De qué me va a servir? No me sale nada.  A veces recuerdo alguna cosita pero mi mente está atrayendo más lo malo que lo bueno.

            Hoy cogí el teléfono para llamar a Jocelyn, pero no lo hice. No pude hacerlo. Estuve a punto de contárselo todo pero me sentí vacío. No hay nada. Nunca lo hubo… ¿De qué sirve llamarla ahora? Creo que le escribiré una carta y se la dejaré aquí para cuando vuelva. Aquí estarán mis últimas alegaciones… Justo encima de la cómoda milanesa de siglo XIX que me hizo comprar y que tanto odio.

            Fui a ver a Marian. Pude verla de refilón a través del cristal de la oficina. Impresionante… Con los rizos a los dos lados de la cara… No pude entrar a buscarla. Me siento mal. No quiero que me vea así. No así.










Barcelona, 6 de junio de 2013.





Querido Adrián:



Acabo de terminar una carta para Jocelyn. Pensé que me iba a costar más escribirla, pero me ha salido todo del tirón. Ahora me arrepiento de algunas cosas que puse. He sido muy duro. Ni siquiera ella merece esto. Además… no quiero irme con rencor. Quizás nunca se la entregue. No lo sé. Ahora escribiré la de Bolo… Bueno… Creo que voy a pasar por hoy. Me duele la espalda. Últimamente me duele más que nunca. Empieza el viaje en montaña rusa me temo… Y en ésta no hay cinturones de seguridad.




                                                       




Barcelona, 11 de junio de 2013.




Querido Adrián:



Perdona que haya tardado tanto en escribirte. Llevo unos días muy jodido y, la verdad, he puesto todos mis esfuerzos en dejar unas últimas palabras para mamá y para Bolo. Las personas más importantes de mi corta vida, podría decir. Ha sido duro escribirlas. Lo he tenido que hacer en varios días porque no he podido hacerlo del tirón… entre lágrimas y recuerdos. Creo que eso me ha ayudado a recordar cosas buenas.

            Una de las cosas positivas… sin duda… El haberme enamorado. Marian… ¡Qué daría por verte una vez más! Ese sentimiento cuando estoy contigo... Esa canción que de repente suena cuando tú estás cerca ¿No es eso lo más grande que una persona puede vivir en toda una vida? Y por supuesto mi amistad con Bolito… Me llevaré todo eso a donde tenga que mudarme a partir de ahora.

            Ahora permíteme querido Adrián que le dedique un poco de tiempo a ELLA. Tal vez ella me inspire un poco más para ver el lado positivo de la vida que tanto me cuesta ahora mismo.


No llores más. Te quiere:

Adrián.









Barcelona, 13 de junio de 2013.





El universo se había confabulado. Los planetas se alinearon, y en el seno de una humilde familia cósmica nació Adrián, una pequeña estrella que no destacaba por nada en especial, pero que tenía un brillo curioso. Su madre le dio todo el amor que nunca le dio nadie a una estrella. A pesar de que eran humildes puntitos en el inmenso cielo negro, ella luchó contra viento y marea por darle candor a su hijo. Pronto vendría Silvia, una estrella hermana en la constelación de los Martínez. Tres estrellas que brillaban a pesar de que la tormenta siempre intentaba cubrir con sus nubes negras el precioso cielo nocturno. La tierra se iluminaba para Adrián… ¡El mundo era suyo! Visto desde arriba parecía inmenso.

            Aunque al principio jamás lo logró entender, Adrián descubrió que, aunque a veces su madre dejara de brillar, solo lo hacía para pasar desapercibida en el cielo, y que fueran sus dos hijas las estrellas que lo hicieran. Adrián no supo verlo, y pensaba que su madre se había apagado definitivamente… Que había perdido el fuego que la había hecho brillar. Intentó darle un poco del suyo… pero su madre permaneción apagada… Inerte… Fría. Donde antes había calidez… Ahora no había más que restos del pasado.

            En aquella oscuridad… Adrián y Bolo, otra estrella que se estaba apagando con él, decidieron irse para siempre a buscar nuevos cielos donde poder resplandecer y encandilar a todos. ¡Y vaya si lo lograron! ¡Juntos eran imparables! Eran estrellas gemelas… Seres destinados a compartir constelación. Junto se pusieron en marcha… ¡Eran estrellas fugaces!

            En aquel nuevo cielo al que llegaron, pronto encontraron a otras estrellas con las que formar constelaciones. Bolo se movía como una estrella fugaz por el inmenso cielo, buscando a quién encandilar, aunque le costaba encajar. La estrella Adrián, por su parte, conoció al cuerpo celeste de su vida… La más resplandeciente y alucinante del todo el firmamento.

            Aquella estrella brillaba con una candorosa luz cálida y acogedora… Entonces Adrián empezó a brillar como nunca antes lo había hecho. ¡Tenía todo lo que necesitaba para resplandecer! Tenía una familia que lo quería como nunca y una estrella a la que siempre seguir y admirar, que le hacía sentirse el astro más importante de todos.

            Pero con el tiempo Adrián llegó a aprender que las estrellas no brillan para siempre. A pesar de que su luz nos ilumina cada noche, que miles de enamorados y soñadores las miran, que hombres sabios las estudian y que los más supersticiosos incluso piden un deseo cuando las ven… A pesar de que nos hacen felices… Un día se apagan.

            Pero también Adrián aprendió que aunque se apaguen, su esencia queda ahí. No desaparecen. Siguen vigilándonos desde el cielo.

            Hay estrellas que caen y estrellas que nacen cada día. Lo más importante no es crear una estrella o verla morir… Lo que importa es verlas pasar. Lo esencial es que su brillo y su luz hayan servido para algo…

            Y ciertamente la estrella Adrián, sin ser la mejor estrella ni la más longeva, supo cumplir con su función. Esa función para la que siempre estuvo destinado desde que nació: Que la oscuridad no se adueñara de su vida.

Siempre tendrás una canción, Adrián. ¡Siempre serás una estrella!





Airan Casas.





Si te gusta este relato... COMPÁRTELO EN LAS REDES SOCIALES.